Juan Manuel Robledo
Ya no hacen las elecciones internas como antes, dirán con justa razón los militantes panistas que ya peinan canas; ellos recuerdan los debates previos al ejercicio de votar para elegir dirigentes, candidatos, para modificar estatutos…
A su modo, con grupos pequeños de militantes y a ratos muy distante de la sociedad, la democracia panista ponía primero el debate de las ideas y después la votación, a mano alzada.
Cuando el Partido Acción Nacional fue asaltado por hordas de empresarios deseosos de cobrar venganza porque el priismo los dejaba a un lado y les cerraba los caminos de acceso al poder, en ese momento la sui generis democracia blanquiazul se fue hundiendo en las nostalgias de la militancia.
Los poderosos grupos económicos que se apropiaron del PAN cerraron las opciones democráticas y copiaron las perversas costumbres priistas; el dedazo vil determinó candidaturas y contaminó la vida interna del panismo.
En ese proceso de descafeinarse también atropellaron la doctrina y los principios que en encendidos debates los intelectuales panistas habían construido.
Sin ideólogos, el blanquiazul se convirtió en una gencia de colocaciones electorales; un facilitador para saciar las ambiciones de poder. Con hombres y mujeres apegados a la ideología panista que hasta hoy son un pequeño rebaño de ovejas rodeadas de feroces jaurías.
Sin el cimiento y el andamiaje ideológico, el pragmatismo panista ha terminado por derrumbarse estrepitosamente. Los resultados electorales de los años recientes son abrumadoramente descriptivos del derrumbe del PAN.
¿Puede resucitar el Partido Acción Nacional? Puede; en alguna gaveta polvorienta deben estar sus documentos fundacionales; soplarles el polvo y leerlos les ayudaría a encontrar el rumbo extraviado. ¿Quieren hacerlo? Eso es otro asunto.
Juan Manuel Robledo es director de Info Aguascalientes / infoags y politólogo de café.