Dr. J. Jesús López García
Desde 1825, se le designó el nombre de Calvillo a este actual municipio de Aguascalientes, que antes de esa fecha era parte de Tabasco, Zac. Reconocido como la Capital mundial de la Guayaba, ya que las condiciones climáticas y las tierras mismas, habían sido propicias para su plantación de este fruto. No obstante, y seguramente por el cambio climático, durante los años 90 del siglo XX se helaron los plantíos de guayaba, lo que dio lugar a solventar la situación a través de diversos medios, entre ellos, emigrar hacia otras latitudes para conseguir trabajo, así como buscar alternativas de nuevos cultivos acordes a las condiciones actuales del medio ambiente.
Lo anteriormente descrito, si bien es cierto que mitigó la situación, no fue suficiente, así que se pensó en impulsar acciones turísticas, tales como las culinarias, las que se desarrollan en la impactante naturaleza que ofrece unos paisajes espectaculares, y las que se refieren al patrimonio arquitectónico. Dentro éste último, han tenido un éxito inusitado los géneros religiosos y de las tradicionales casonas, las cuales, algunas, han sido recicladas, insuflándoles nueva vida.
Inserto entre lomeríos y cerros, la conformación de la trama urbana de la ciudad, se integra de una manera “natural”, observándose, en la parte central, una retícula más o menos regular, y conforme se aleja del sitio hacia el poniente, la traza se vuelve orgánica, como lo muestra el cerro en donde se encuentra el complejo de la Santa Cruz de Calvillo, por cierto, conjunto que forma parte del turismo religioso, así como el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y la Parroquia del Señor del Salitre.
El “núcleo” de la localidad aún conserva el ámbito de un “pueblo mágico”, en el que se localizan fincas decimonónicas, incluyendo la parroquia inaugurada en el siglo XIX. Alrededor de la plaza-jardín, se pueden observar algunas casonas que, en su tiempo, representaban la bonanza de los lugareños, tanto por su localización en la parte más importante del poblado, así como por sus dimensiones y materiales constructivos de calidad. Por el lado norte, se yergue una finca con las características mencionadas que conserva una dinámica horizontal de un solo nivel; predomino del macizo en la fachada sobre los vanos que albergan puertas y ventanas, con marcos de piedra protegidos con herrería con elementos “redondos”.
En el lado oeste, dos casonas se alzan imponentes, tanto por sus medidas, como por sus materiales expuestos y el trabajo en piedra en una de ellas, la otra con su austera fachada con aplanado de cal, pero de fuerte presencia de las proporciones, e incluso por la cruz de piedra al centro del conjunto. Por el sur, se alzan múltiples fincas, tal aquella que alberga la Casa de la Cultura, con una composición “tradicional” que incluye el acceso principal al centro y dos vanos, las ventanas, a cada lado de aquel. Continuado por la calle Zaragoza, y a un costado de la parroquia, se percibe un grupo de tres casas, que llaman la atención por la continuidad en el paramento y en las alturas. Cada una de ellas tiene un esquema distinto, al menos en lo que observa en las fachadas; la primera yendo de oeste al este, cuenta con un acceso en el extremo de ella, e inclusive es tangente con el vano de una ventana, ambos con marcos de piedra y protección de fierro en la ventana; la segunda, también con el acceso hacia un costado, y dos vanos sobre la fachada. El marco de la entrada principal es de piedra y concluye con una cornisa; en cambio, los marcos de las ventanas son muy sencillos, solo finalizados con una clave poliédrica irregular. La tercera, con el acceso principal al centro y dos vanos laterales, los cuales, la entrada y vanos, tienen la misma solución de marcos de los vanos de las ventanas de la segunda vivienda, es probable que hayan pertenecido al mismo dueño.
Las fincas aludidas, seguramente cuentan con un patio, su tamaño así lo hace suponer. También la propuesta arquitectónica del desarrollo de todas las actividades de ocio, trabajo, descanso, entre otras, permanecen aisladas de la calle. Todo lo anterior da cuenta que Calvillo posee un patrimonio arquitectónico digno de conocer, entre otro, las casonas.
Dr. J. Jesús López García, es investigador en la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA)